viernes, 30 de octubre de 2009

HASTA SIEMPRE, PROFESOR MIRET MAGDALENA

El 12 de octubre de 2009 pasó a la otra dimensión, a los 95 años, el químico, periodista, escritor y teólogo laico, ENRIQUE MIRET MAGDALENA. Sobre todo, el Prof. Miret Magdalena destacó como teólogo, teólogo crítico y progresista, un teólogo revolucionario de izquierdas, no bien visto ni por la cúpula católica, ni por el régimen golpista de Franco, ni por la actual derecha española; pero muy venerado por la base cristiana y por las conciencias flexibles y progresistas.

Lo conocí en Madrid, creo que en el año 1966, en una conferencia que dio sobre teología. De apariencia no me pareció ningún revolucionario, vestía chaqueta y corbata, gafas grandes y su presencia era pacífica a tope, con autoridad muy educada, era un hombre elegante de alma. El Profesor Miret Magdalena decía verdades molestas; pero con gran corrección formal, envolvía en papel de regalo auténticas bombas de relojería. Quizás fue todo esto, su sabiduría como orador y escritor, lo que le salvó de la mordedura  envenenada de la censura nacional católica. Siempre fue vigilado, fue perseguido; pero nunca tocado en serio. Quisieron silenciarlo, mucho más por ser teólogo laico, es decir, no sacerdote, no miembro de “la casta”, pero no lo consiguieron. El, sin embargo, lucho todo lo que pudo contra el nacionalcatolicismo de Pío XII y de Franco, de Fraga Iribarne y de Escrivá de Balaguer, De Plá y Deniel y de Girón y Velasco y de otros cuantos más.  Luego leí algunos de sus libros como Amor y sexualidad, Occidente mira a Oriente, Biografía de Sigmund Freud, El nuevo rostro de Dios y algunos artículos suyos en EL PAÍS.

Sobre la muerte había dicho que “la muerte es un descanso con esperanza, y la esperanza es el valor fundamental del ser humano”.

El Profesor Miret Magdalena fue precisamente eso, un hombre marcado por la esperanza, por ello su crítica al sistema político y a la que él llamaba  “iglesia oficial”, era claro, firme; pero sin violencia. Su crítica era tan clara que le pedía a la iglesia jerárquica católica que se convirtiera al evangelio, lo cual quería decir que Miret Magdalena pensaba que el catolicismo, como religión, muy poco tiene que ver con el cristianismo. Sentía un dolor cordial al ver que muchos despreciaban el mensaje de Jesús de Nazareth, cuando lo que querían era alejarse de la traición católica de ese mensaje.

Tenía una visión plenaria, holística del ser humano. Miraba a la persona desde los tres ojos del conocimiento: cuerpo, psique y espíritu. Esa no era la visión de la teología católica, que siempre temió a la psique y a la psicología y que despreció al cuerpo con  su vitalidad, con su belleza y con su energía sexual.

El Profesor Miret Magdalena fue, en definitiva, un crítico equilibrado, justo y educado. Es evidente que su condición de laico, casado y con siete hijos, le valió su independencia frente a la jerarquía católica,  a la que criticó duramente: “el ser seglar me ha proporcionado la independencia”. Si hubiera sido miembro de la “casta sacerdotal”, con toda seguridad habría sido represaliado, como han sido todos los teólogos librepensadores miembros de la “casta”.

Era un hombre profundamente abierto, más allá de las propias fronteras ideológicas, como buen cristiano que era. No entendía que hubiera un conservador inflexible que se definiera cristiano. Por eso, cuando un obispo norteamericano le preguntó: “¿Cómo es que en España tienen Vds. a unos obispos tan conservadores”?, le contestó lapidariamente: “¡Esa es nuestra desgracia!”

El humilde profesor se sentía asfixiado, como todos los teólogos libres y críticos, “porque estamos invadidos por una serie de leyes que no responden para nada a la sencillez del evangelio”.

Finalmente, hay un recuerdo muy importante de la actitud vital del Profesor Miret Magdalena: siendo  un sabio teólogo ¡nunca se angustió por no saber quién es Dios!… Se conformó con saber quién no es. Tuvo una gran tolerancia al misterio y a la limitación de la conciencia humana. Por eso, no fue un teólogo tipo Tomás de Aquino o, sin ir más lejos, tipo Joseph Ratzinger. El Profesor Enrique Miret, fue tan humilde y tan práctico que apenas fue teólogo, justo “quod sufficit et requiritur”; entendió perfectamente que el evangelio de Jesús de Nazareth es más un camino socioespiritual que una teología. La que él llamaba “iglesia oficial”, entiende lo contrario.

Gracias, Profesor, por su testimonio y por su legado vital.



Jaime Llinares Llabrés.